¿Y yo quién soy?
¿El revolucionario, el indiferente o el malo?
Siempre que tratamos de definirnos nos perdemos en una cueva oscura sin final aparente, que decide terminar cuando abrimos los ojos y despertamos en el sueño.
La tele abierta y yo sin poder dormir, sin quererlo he despreciado a la tele, exiliándola por completo de mí.
Quiero cansarlos a todos, que se aburran de mí, luego de diez años sin verme escupirlos en la cara para que me den su sonrisa fundiéndonos en un abrazo postergado.
Siempre.