Resulta ideal para los tiempos del desatino un buen vergazo desde la región más improbable, para recordar que somos humanos y que el error es un tatuaje que llevamos en las nalgas, del cual tratamos de desprendernos cada vez que nos sentamos frente al monitor.
El monitor es un espejo, un espejo infiel de nuestra esencia, la cual se destiñe cada vez que nuestros dedos someten a las teclas.
Las teclas son todas unas putas, se dejan montar por cualquiera.
Cualquiera sos vos.