Es la certeza de querer rozar nuestros sueños
la que acompaña cada tarde nuestros diálogos
Es la tibieza de su abrazo
la que delata tierno el deseo
Una a una las diferencias van quedando sepultadas
cada vez que dejamos morir en picada ropa al suelo
Sin pensar, sin inmutarnos
cada noche recogemos
el uno al otro las mieles
Escuchando de cerca el grito
incendio que azotaba nuestra carne
fuimos remojando las pasiones
en un manantial caricias.
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